Todas las fotografías están envueltas por una capa uniformadora de grises que evita los grandes contrastes y el dramatismo. Una estética que se corresponde con el contenido de aquellos que la habitan, portadores de un sentimiento trágico, difuso, plomizo. Individuos perdidos en el limbo de la indefinición y ubicados en los lindes de las ciudades. Nacho tiene esa cualidad, captura los momentos de ausencia y desnudez interior en las personas. Incluso cuando se trata de retratos directos mirando de frente a la cámara, las miradas van más allá, se proyectan hacia la nada. Quizás hacia esos paisajes que se alternan en la serie, siempre bien compuestos, impasibles y, sobre todo, transmisores de esa sensación que experimentamos cuando somos incapaces de reconocer el sentimiento.
Ignacio Navas suele decir, “me gusta fotografiar lo cercano, el aquí y ahora, lo que comprendo, admiro y me asusta”. Estoy de acuerdo en que sus imágenes nos muestran gente y lugares accesibles, cercanos; pero también creo que estos retratos transcienden la intencionalidad propia del género, y él lo sabe.
Nerea Ubieto en el texto "Suspendidos en medio de ninguna parte"
Ignacio Navas - Linde
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