Con Adán y Eva Cuatro demuestra una constancia en programas de apareamiento realmente encomiable: a los ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, Un príncipe para Corina o Granjero busca esposa se une ahora este chico-busca-chica o chica-busca-chico en un paraje idílico (¿habrá chico-busca-chico o chica-busca-chica para disgusto del obispo de Alcalá de Henares?). La promoción del programa se pregunta: ¿pueden un hombre y una mujer aguantar dosis masivas de la pura verdad? Si la productora es capaz de resolver este dilema, y hacerlo de forma gratuita, en abierto, Cuatro debería llevarse el Príncipe de Asturias de la Concordia.
Isla de Mljet (Croacia), playa de Blace. Llegan nadando dos jóvenes totalmente desnudos: Sonia y Alejandro. Van en busca del amor. Se autodefinen a cámara. Ella: "querría un hombre guapo, cariñoso, simpático, con economía, una casa en la costa, con un buen coche... que lo condujera él, por supuesto", y matiza desde su aragonesa desnudez: "No soy chica de una noche". Vale.
Él: "Soy un poco golfo, un golfo bueno ¿eh?, y tengo mucho miedo al compromiso. Lo que quiero de una chica es que huela bien y que sea bien hablada". Se inicia el cortejo. Ella insiste en que no es chica de una noche. De pronto aparece Estela: "Me considero un bellezón y soy maquilladora de muertos", así, sin mas. ¿Pueden un hombre y dos mujeres aguantar dosis masivas de la pura verdad?, se preguntará la promoción del programa. "Me quedé muerta cuando vi que llegaba otra", confiesa la que no es chica de una noche. Muertos-muerta, podría ser un homenaje a los juegos de palabras de Cabrera Infante... pero no. Todo va muy rápido. Tonteos, celos incipientes y llega el cuarto, Luis: "Vengo a romper con todo. Las chicas me dicen que mi miembro es más grande de lo normal". Tiene posibles. Pequeño revuelo. A la moza que no lo es de una noche se le ponen los ojos del tío Gilito.
El del miembro y la maquilladora se van de cita por su cuenta. Se produce un diálogo que deseamos por el bien de España no escuchen los expertos del Informe Pisa. A ella no le gusta el arte, "bueno, me gusta Dan Brown y eso del museo de Da Vinci...", "a mí no me gusta leer porque soy muy vago, pero me gustan muchas cosas, soy polivalente...", "¡Huy!, con esa palabra me has matado. ¿Qué quiere decir?". En resumen: la que no era chica de una sola noche resultó serlo. Adán, Eva y la humana incoherencia.
Ángel S. Harguindey
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/22/television/1413963279_877285.html
Adán y Eva en Cuatro - El reality más friki: desnudos integrales, sexo, incultura y chonismo
Adán, Eva y el láser de diodo
Si Durero levantara la cabeza y viera —cinco siglos después de pintar su celebérrimo díptico Adán y Eva— a los protagonistas del programa homónimo de Cuatro,
puede que no volviera a palmarla. O, al menos, no por el choque
espacio-tiempo. Vería hombres y mujeres desnudos, como sus personajes
bíblicos, y con los genitales realzados, como ellos, con afeites de
distinta naturaleza. Los de los modelos de 1507, camuflados y adornados a
la vez con ramas de manzano. Los de aquí y ahora, camuflados y puestos
espectacularmente de relieve a la vez al despojarlos de la coraza del
vello púbico. Porque, diga lo que diga la promo, en Adán y Eva, el concurso, más que en pelota picada, ellos y ellas van en pelota pelada.
Los concursantes del nuevo programa de citas de Cuatro
van en cueros, sí. Pero no precisamente como su madre los trajo al
mundo. El 100% de los siete concursantes vistos hasta ahora –cuatro
hombres y tres mujeres– en este espacio de búsqueda de pareja
supuestamente a pelo —sin maquillaje, estilismo, trampa ni cartón
ninguno—, salen con toda una producción encima. Todos se han
sometido a un proceso de depilación integral, probablemente mediante
láser de diodo, el método más solicitado hoy en los centros de belleza
que proliferan hasta en el último rincón del último barrio marginal del
país, sobre todo en esas latitudes. Aparecen, ellos y ellas,
desprovistos de todo rastro de pelo en el cuerpo salvo de cuello para
arriba. Ahí, sí, se sueltan la melena.
Alguno de los varones lleva barbas más o menos recortadas o hirsutas,
y cabelleras más o menos salvajes o domadas a tijera. Pero lo más
paradójico es, quizá, lo de alguna de ellas, que se sirve de extensiones
capilares para poder cubrir sus pechos con la resultante cascada de
pelo mientras luce el monte de Venus completamente al raso. Si algo ha
quedado claro con este programa, más allá de que hay gente para todo, es
que el pudor es libre. Que mostrar unos atributos da más vergüenza que
otros. Y que la depilación integral es tendencia absoluta entre los
concursantes de realities.
El 80% del millar de personas de entre 20 y 40 años que se presentaron al casting
del espacio, sabedores de que la desnudez era requisito indispensable
para ser elegidos, llegó “depilado de casa”, según fuentes de Eyeworks,
la productora del formato. Los finalmente seleccionados no recibieron,
aseguran, ninguna sugerencia al respecto, pero el porcentaje de
rasurados se mantuvo más o menos estable. Veremos, por tanto, hombres y
mujeres de pelo en pecho y en pubis en los ocho capítulos que quedan por
emitir desde la idílica playa croata. Pero, de momento, ningun velo,
por muy natural que sea, dificulta la visión de los aparatos
reproductivos de los concursantes por parte de la audiencia. El
misterio, si lo hay, está más en sus ojos que en sus sexos.
Ya lo sabía Durero. Hasta en la desnudez total hay artificio, pose y voluntad de estilo. Ya pueden desgañitarse Madonna, Cameron Díaz o Penélope Cruz con que el vello es bello.
Aquí y ahora, triunfa la alopecia selectiva. Ante semejantes extremos,
quizá la virtud esté, como dijo Aristóteles, en el término medio. Ni
tanto, ni tan calvo.
Luz Sánchez-Mellado
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